Hablemos con sinceridad, la mayoría de personas piensan que realizar una visita guiada a lugares como un yacimiento arqueológico, es ir a ver “piedras”.
Es como aquel monólogo de Gila que decía: Grecia está, está, no vamos a decir… uy, no está, ¡pero cómo está!, todo roto, to tirao, viejo del año el pedo…”; Si mucha gente piensa eso, como guías, ¿qué deberíamos hacer?: es simple: cambiarlo.
Seguro que tú como yo, tienes armarios y estanterías con libros, folletos, mapas y apuntes de todos esos sitios que has visitado por trabajo o por ocio. Los guardas para por si acaso. Dicen que el saber no ocupa lugar, ¡pero no será si eres guía!
Y tanto estudiar… ¿para qué? ¿De qué sirven nuestros títulos o habilitaciones? ¿Y nuestras carreras, postgrados, cursos, seminarios, lecturas y conocimientos? De qué sirve todo eso si cuando intentamos utilizar esa información delante de los visitantes, en nuestras visitas guiadas…no conectamos.
Mi propósito como guía siempre ha sido acercar el patrimonio a la vida de las personas para que lo valoren y construir un mundo un poquito mejor, ¿cursi? Quizá ¿ambicioso? Seguro. Pero en la vida hay que soñar en grande.
En este artículo quiero hablarte de esas visitas que conectan con el público, bueno más que conectar… Me gusta decir que seducen al público. Y ¿qué “armas de seducción” tenemos? (No es lo que piensas ), me refiero a qué podemos hacer para que nuestros turistas, visitantes, clientes… se vayan encantados de nuestra visita guiada.
Evitar ser enciclopedias andantes
Conocerás como yo, a infinidad de guías que llevan años vomitando palabrejas técnicas y recitando como papagayos las mismas descripciones en sus visitas guiadas.
Y no hay medias tintas, unas personas piensan que eso es saber mucho y otras, que eso es aburrir al personal.
Te cuento una cosa.
Mi madre, un día de excursión con su asociación de mujeres, visitaron la iglesia de un “lugar de la Mancha” y cuando le pregunté qué tal había ido, me dijo que el cura les había explicado un montón de cosas “madre mía lo que sabía ese hombre”. A lo que yo respondí “¿ah sí? ¿Y que os contó mamá? (mama es sin acento es mi casa :)) “yo que sé hija, él habló muy bien, todo muy bien explicado y el hombre no se callaba”.
Seguro que tu madre o abuela, en sus viajes en grupo, piensan como mi madre, que si alguien habla como Garcilaso, es que es “mu listo” así que cuanto más extenso y grandilocuente sea su vocabulario, más erudito, más digno de nuestra admiración y respeto será.
Eso ha sido muy dañino para la profesión del guía, porque para la inmensa mayoría de la población, la cultura y la historia, unidas a la visita de un lugar patrimonial es algo tedioso y aburrido. Resultado: odian a los guías. Bueno no es tan trágico pero vamos, que bien bien, no les caemos.
¿Y entonces qué hacemos para conectar?
Si, como guías, conocemos y aplicamos el método para diseñar visitas guiadas basado en la Interpretación del Patrimonio, podremos generar mensajes que dejen huella en nuestros visitantes, que les hagan reflexionar, pero de manera sutil, que parezca que son ellas y ellos los que han caído en la cuenta.
No es necesario que guías de turismo sean especialistas en biología, botánica, geografía, historia o arte, ni tampoco en didáctica, psicología o pedagogía. Basta con, por un lado aplicar ciertos recursos para atraer al público y de eso sabe mucho la disciplina de la Interpretación del Patrimonio, que lleva décadas ofreciendo herramientas, procesos y formas de trabajar en las visitas guiadas para que las personas no solamente sean visitantes, sino que valoren el patrimonio, lo respeten y a futuro, se conviertan en sus defensores y transmisores de la importancia de ciertos lugares.
Para conseguirlo, se necesitan intérpretes de nivel, que cuenten con formación sólida para que su discurso sea simplemente impecable, excepcional, mágico; alguien que sepa conectar y empatizar con el público visitante, que les atraiga, les seduzca y les haga tomar acción en la valorización y difusión de los valores patrimoniales.
Si como guías nos formamos en Interpretación del Patrimonio, podemos enseñar al público visitante a “escuchar el silencio” u “oler el agua que discurre por el río”;
Dejemos de decir frases tan típicas de guías como “esta gente no tiene ni idea, no saben de nada y vienen ahora de cultos a hacer una visita… bueno ¿y qué?, nunca es tarde.
Cualquiera podría engancharse a la cultura en un momento de su vida, solo tiene que encontrar a esa persona (que puede ser guía, por ejemplo) que le haga conectar con algo de su pasado y empezar a valorar el patrimonio de forma distinta.
Como profesionales del turismo y el patrimonio, debemos tener siempre la puerta abierta a cualquiera que nos quiera escuchar y siempre tener nuestra mente en modo de innovación para crear nuevas fórmulas que posibiliten que más personas se sumen a nuestros paseos guiados.
El reto: atraer a quien menos le interese lo que contamos
Mira si es grande nuestra responsabilidad.
Piensa en un turista que venga a nuestro tour obligado por amigos o familiares. Alguien que en su etapa estudiantil odiaba, por ejemplo, la historia.
Ahí lo tenemos a huevo (perdón por la expresión) ahí es donde el guía intérprete ha de lucirse y desplegar toda su magia, su embrujo, su carisma, su arte, y atraer a las personas poco o nada interesadas en el patrimonio para conseguir sorpresa y asombro, pudiendo incluso exclamar “¡pues no tenía ni idea de que esto estuviera aquí!”. Es este público, junto con el infantil, es el más difícil de atraer y seducir.
Tenemos la llave maestra. Podemos cambiar su percepción de lo que es la historia, el arte o el patrimonio.
Yo considero que la Interpretación del Patrimonio junto con el turismo, son fuentes inagotables de segundas oportunidades. Porque sirven para atraer a esas personas “descarriadas” en cualquier momento de la vida.
En definitiva, si utilizamos las técnicas adecuadas, podemos conseguir que la visita a un lugar patrimonial tenga una importancia tal que cambie la vida de una persona, y a raíz de la visita a un lugar patrimonial, pueda ser capaz de volver (o empezar) a interesarse por el arte, la historia, la ornitología, el proceso de creación de una falla tectónica, las estrellas en el firmamento o reflexionar sobre un hecho histórico;
Quizá soy muy optimista, pero a mi la Interpretación del Patrimonio me ha funcionado desde que la descubrí hace ya muchos años. Otro día te lo cuento.
Quizá ya conoces la Interpretación del Patrimonio, pero descubriste la disciplina hace tannnnnnto tiempo que ya ni te acuerdas y si no aplicas lo aprendido, se olvida.
Deberías desempolvar tus apuntes. Tanto si ya la conoces como si quieres refrescar conocimientos y seducir a tus clientes, estás de suerte. Tenemos dos formaciones en marcha:
Una de nivel básico para iniciarte en la disciplina de la Interpretación del Patrimonio desde cero.
Otra de nivel avanzado para aplicar en las rutas que ya ofreces o en las próximas visitas guiadas que organices.
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